Simple y amigable. Así resulta “lo conocido” para casi todos. Algo repetido que tiende a ser uniforme, garantiza un estado de libre acceso y circulación.
Es común en Argentina el fenotipo del pelado velludo, un pasaporte a la virilidad que el metrosexual libero de la terrible diaria afeitada.
Cada ciudad tiene sus propios básicos, regidos por las costumbres y características como son el clima y la cultura local. Pero el Friday look se disperso como uniforme global. Fue uno de esos fenómenos “inter” de mezclas, que se dieron en la moda a partir de finales de los 80. Una imagen relajada sin perder lo corporativo.
En la era de los servicios y gracias a los Yuppies, los jeans irrumpen en las oficinas pero pasan desapercibidos mientras sus usuarios permanecen sentados laburando y solo exhiben su camisa entreabierta bajo el blazer.
Los básicos de marca son un gran negocio y las ganancias se miden en rentabilidad por metro cuadrado. Como las estéticas que les pueden resultar afines definitivamente deben estar depuradas y aceptadas socialmente, no van a estar a la vanguardia de la moda. Estarán vinculados a la practicidad, la conveniencia según los ámbitos y toques de temporada con muchísimo de mercadeo visual para el posicionamiento de marca. El asunto es de status, labels y calidades relativas.
Me pregunto si de tanto estar allí en el mismo lugar, la argolla y el reloj ya han calado su señal.
Comodidad es la política de la era soft. Todo el vestuario pudo relajarse y deconstruirse menos el calzado. Como indispensables en la carrera de las individualidades, en los zapatos se focalizo la responsabilidad de la diferencia, el estilo y el status…..“Por sus zapatos les reconocerás” aconsejaba el manual de atención de una multinacional de cadenas de tiendas por departamentos.
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