Con muchos ajuares me invita a un picnic-tertulia Fernando Noy. Esta vez lo conozco y jugare su reto de poeta.
Lo “a mano tejido” como poemas amorosos escritos con lentura, abrigan también el alma… Y la calva que asoma porque no hay cabellera que aguante siempre alta tensión sin antes brillar como hilos de plata que se desprenden cuando ya resulta inútil a-lentar una vida vivida al extremo Ser.
Puede existir la nostalgia sin pasado y el gesto eterno que entre silenciarte cuestiona. El mármol no cuartea, menos se arruga.
Algo British obvio bohemio. Lewis Carroll ilustro al gato a listas para la hora del te, los lisérgicos 60 las hicieron icono pop y Tim Burton en sus películas las revistió para antivillanos darkys pierrots de lúgubre y bizarro
Sabe que será visto vestido y su presencia inquieta atraerá las miradas sobre si cual rutilante vedette. También sabrá invisibilizarse y pasar desapercibido, si la situación llegara a ameritarlo. Hay siempre a mano “un modo” de hombre gris.
Vestidas las libretas y vestidos los cuadernos y vestida la sombrerera. En esencia mas romántico que victoriano se acompaña de los jirones de las polleras de sus eternas amadas y todas ellas, sobre mi madre.
Representa un estilo muy propio de las culturas metropolitanas postglobalizacion, que se centra en un modo de vestir relajado, un poco entrecasa y es claro que están más interesados en expresar su intelectualidad que preocuparse por cómo se ven.
Uniforme urbano de la tienda rural (homenaje a la cómoda y resistente bombacha) con toques y destellos de preciosos tesoros incunables con más significado que valor de cambio.
Democrático, en el arte del vestir los usos austeros del peón y la heráldica arrogante del patrón su acompañan. Para algunos la calle es la casa y el publico el espejo.
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