Paloma

Nadie creería en el suspiro de una rubia, menos de la material girl de Tiffanys y los diamantes son los mejores amigos de las chic@s!. A unos delineados ángulos en el rostro los enmarcan unos grandes tirabuzones con sus “sensación de movimiento” que logra su escultórico peinado. Marco dramático de alto contraste entre básicos blanco-negro, oro-plata y en medio un gran punto rojo.

Siglos en lo mágico, siglos en lo privado, siglos entre lo publico. Fetiche de toda la historia de la indumentaria el corset. Pieza de ingeniería de la alta costura que ha sobrevivido en especial en Buenos Aires, gracias a las escuelas de costume y el trabajo de artesanos que mantienen una interesante dinámica comercial produciendo todo tipo de prendas y para luminarias de toda vía: Pasarelas, escenarios, cabarets y rosedales. Desde la mítica Reina de Saba con sus mil tetas hasta Ariel la sirenita, y Betty Boop exhibían un corset. Homenaje al volumen de los pechos jugando con la proporción estrecha a la cintura.

Esta versión se acerca mas a un edulcorado Angel de Victoria's Secret que a sus antecesoras cabret, saloon y boudoir, de tardes húmedas en el Petite Trianon. Para una fiesta en la corte una mucama podía retenzar el corset de su Señora unas 7 veces durante el día para lograr que en la noche el cuerpo estuviera totalmente transformado. Como auto proclamado “tirano de la moda” Poiret, vanguardista y en pos de la liberación femenina rompía con los cánones al motivar a sus clientas a liberarse del corset y “envolverse en la tela como una ola”. Su silueta "Vague" en la primera década del siglo XX.

Can-can: Boleros y arandelas, encajes, ruches y capas de satén. Todo como de caja de Pandora puede salir de allí. Sigue conservando lo sexy pero ya no involucra un complejo ritual erótico de la versión original. Consistía en retirar un surtido de por lo menos seis piezas de entre bombachas, enaguas, ligueros, medias y armazones del traje interior femenino de hasta finales del siglo XIX. Estas se conservaron y reinventaron en piezas de lencería erótica de sexshops y el mercado street. Impulsado por miles de nuevos adeptos a la subcultura BDSM y reediciones constantes de los textos y estilo Márquez de Sade.

Los guantes y mas este modelos de mitones en cuero negro alimentan desde el imaginario sado en un inventario bastante amplio de remixes Brith-pop.